"EN el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio,..." Lucas 3, 1-6
    

   Con la aparición de Juan, la esperanza de siglos de Israel empieza a concretarse en la historia del hombre. "Todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron." (Mt 11, 13) Pero Juan no es un profeta más, es más que un profeta, (dirá Jesús de él). Las promesas de Dios han tomado forma y cuerpo en Jesús, son una realidad ya en medio del pueblo. Ha llegado el cumplimiento del tiempo, Dios ha enviado a su Hijo al mundo, nacido de mujer y bajo la Ley, y Juan será el que irá delante de Él a preparar el camino del encuentro de Dios con la humanidad.  



Juan no vive de glorias pasadas, vive el momento, el cronos de Dios, y en medio del desierto espiritual de su tiempo se deja sorprender por la novedad de Dios, siendo con Dios sorpresa para muchos. 
Es un hombre íntegro y recto que sabe llamar a las cosas por su nombre, al adulterio le llama adulterio, al pecado, pecado. Y como profeta, no vacila en denunciar lo que está mal, lo haga quien lo haga; pero su misión no consiste en decisiones éticas o grandes ideas, sino en anunciar y señalar al Mesías Salvador, llevando a sus contemporáneos al "ENCUENTRO" con un acontecimiento, con una Persona. Un encuentro con Aquél que es la Verdad, y en quien la verdad y la misericordia se encuentran y se besan. 
"No somos testigos de una ideología" o "de una manera de hacer teología" sino testigos del amor sanador y misericordioso de Jesús. (Francisco, Papa)



   La Palabra ha venido sobre él, una palabra que sabe que no es suya, de la que él solo es voz. Y Juan sabe ser voz en medio del eco religioso del momento. Sabe lo que dice, y sabe decirlo, porque lo dice con su vida, la mejor manera "Para que toda carne pueda ver la salvación de Dios".



Despojado de sí, viste pelo de camello, animal duro y resistente a la durezas del desierto.  

Desvestido de toda aflicción humana, con alegría y libertad viste las galas perpetuas de la gloria que Dios le ha concedido, y envuelto en el manto de la justicia de Dios, sabrá manifestar la gloria del Eterno, y ese y no otro, será su esplendor.




No le importará menguar para que Jesús crezca; no es un líder o maestro con apego a las cosas y a las personas, vive desprendido de todo, sin buscar protagonismos, reconocimientos, honores o aplausos. Desprendido de todo, pobre entre los pobres, vacío de sí es lleno de la alegría de presentar a Jesús en su mundo. Sabe que la alegría no está en las cosas, sino en nosotros, y que Jesús está ya entre ellos. Jesús-Emanuel "Dios con nosotros". 



Juan no es autorreferencial, se reconoce como indigno aún de desatar las sandalias del Mesías. Comprende el significado de las palabras de Isaías: "los montes y colinas serán rebajados;" y las hace suyas. Sabe que lo que viene no puede crecer por técnicas proselitistas, sino solo por atracción. La Palabra ha venido sobre él, y el Espíritu le confirma que Jesús es el más hermoso, atractivo, de los hijos de los hombres, el deseado de las naciones, por lo que les señalará a Jesús para ser seducidos y atraídos por Dios. 

Mientras que Israel espera afligido al Mesías, Juan, en pie mira hacia arriba y contempla, se viste de fiesta, la fiesta de ver cómo Dios conduce a su pueblo con alegría, a la luz de su gloria, con su justicia y misericordia.

Despojado del luto y la aflicción, será víctima, sin sufrir de victimización. La alegría de ser voz de Dios y precursor de su salvación, está confirmada: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; Mt.11,5 
El Señor ha estado grande con él, aún en la cárcel... Juan está alegre.


Juan no está loco, no ha perdido el juicio, solo ha perdido y perderá su cabeza por Cristo.

Señor, que yo no tema parecer ni ser un loco de tu amor.  Enséñame a saber contar hoy, con palabras y vida, tu grandeza de ayer y hoy para conmigo, a estar alegre y entender que solo andando es como se prepara el camino a los demás.

Pidamos saber ser voz en el presente, no solo eco del pasado. 

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