Domingo II Tiempo Ordinario (Ciclo C)
Creer que Jesús es la respuesta y solución a todo tipo de carencia humana, no deja de ser una creencia. Más allá de lo abstracto de las creencias, la realidad pide que la fe sea demostrada y experimentada.

Ante todas las innumerables necesidades que nos rodean, lo que realmente ve María que es primordial y necesario es la manifestación de la presencia de Jesús en medio de la sociedad de su mundo.


 María, mujer de fe más que de creencias, ha tenido experiencia de Dios, quien ha convertido su fe en vivencia fecunda y fructífera. Llena de toda Gracia, ella será incapaz de callar y resignarse ante las necesidades de los que le rodean.


Por amor no callará ni se cansará, hasta que rompa la aurora de la justicia de Dios, y como antorcha llamee su salvación. (1ª Lectura: Isaías 62, 1-5)

Con una vida postrada ante Dios, María reconoce sus límites y presenta ante su hijo Jesús nuestras carencias: "No tienen vino". Ella sabe, ha experimentado lo que Dios es capaz de hacer, sabe que es capaz de llenarlo TODO con su Gracia y su presencia. 
Ella es la llena de Gracia, una Gracia que ella sabe muy bien que cuando es experimentada todo lo llena y desborda. 
La preocupación de María es ver tinajas vacías, corazones vacíos y tristes por el frío e insípido ritualismo, faltos de la alegría del Evangelio y del encuentro con el verdadero Jesús. Ella quiere compartir su alegría. Su alma bendice al Señor, su espíritu está alegre en Dios, y busca lo mismo para los demás: que el agua de la Palabra que en ella se ha convertido en carne, ahora se convertida en Espíritu y Vida en los demás, en el Vino nuevo de Dios.
María no se conforma, y tampoco nosotros debemos resignarnos a vivir en un mundo que vive sin Dios, sin Cristo y sin esperanza.  
Hacer nuestra la fe y actitud de María será lo que haga posible que Jesús deje de ser un conocido-desconocido entre la multitud de los invitados de nuestro tiempo. 
María, más allá de sus buenas intenciones, más allá de sus sentimientos ante las necesidades de los demás, sabe que su hijo Jesús es Dios, y que ha venido a traernos todo lo que ya se nos pueda haber agotado. Por encima de todo interés, busca a tiempo y destiempo, a hora y deshora, que la Gloria de su Hijo sea manifestada para el bien de la humanidad. 
Ella acompañará a Jesús en toda su trayectoria, como madre preocupada, consoladora e intercesora; la pregunta es si también le acompañamos hoy con ese mismo espíritu y actitud, a la escucha de Dios y haciendo su voluntad para el bien propio y común. Porque:
"...hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos." (2ª Lectura: 1 Cor 12, 4-11) 
Ella, la que en el principio dijo: "Hágase en mí según tu Palabra" y experimentó la manifestación y el poder de Dios por el Espíritu, es la que demuestra tener suficiente autoridad para poder decir después: "Haced lo que Él os diga". 
Joan Palero


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Domingo, 3 de noviembre de 2019    31º del Tiempo Ordinario - Ciclo C Más que un método de lectura de la Biblia, ... Es Encuentro con...