Jeremías:
"Dios pone orden"
Como en los días de Josías, Dios sigue siendo Dios, Verbo. Sigue buscando, eligiendo Jeremías a los que dirigirse con su Palabra. Una Palabra que, aunque es para ser compartida con todo el "Pueblo", primero pide ser creída, acogida y encarnada en lo íntimo y personal.
"El Señor me dirigió la Palabra"
La Palabra convencerá a Jeremías de su elección, vocación y misión profética. Una misión con la que desafiara la política y el paganismo de su tiempo, con el que los reyes de Judea han dejado sumido al pueblo. No no reparará ni escatimará en anunciar las consecuencias de la violencia y la corrupción social de su entorno, fruto de haber dejado de lado a Dios, dejando su alianza.
Jeremías, como hijo del sacerdote Hilcías, podría haber dedicado su vida al sacerdocio, a vivir como tal, siendo un espectador más, pero ha sido alcanzado por la Palabra de Dios en medio de la pasividad, la mediocridad y la rutina de muchos. La Palabra que le ha sido dirigida, ahora le posee y hará que ponga en orden su vida y sus prioridades.
El profeta no se detendrá a considerar lo que le espera, él sabe quién es el que le ha dirigido su Palabra, y cuales son son propósitos, propósitos de paz, esperanza y bienestar. Aunque llegará a lamentar y sufrir su destino, decidirá continuar con la misión encomendada. Sabe que ha sido elegido y constituido profeta de las naciones, que Dios está con él, y que ningún mal del presente puede ser comparado con la gloria futura que ha de ser manifestada.
Más que de palabras, nuestro mundo está necesitado de profetas, no de calamidades, sino de esperanza. Profetas que, como Jeremías, hagan suya esa Palabra y les convierta en testigos, no solo en maestros. De testigos como Jesús:
El Testigo Fiel y Verdadero (Ap 3, 14),
en quienes HOY se pueda ver cumplida la Palabra (Escritura) que se nos dirige y que hemos oído. Una palabra que, encarnada, se hace comprensible y concreta para el hombre de hoy y de todos los tiempos. Una palabra que, como dice san Juan, pueda ser contada porque ha podido ser vista, tocada y palpada. Una Palabra que es REAL, porque Dios es REAL.
Cumplamos hoy una historia de amor, la historia del amor de Dios por el hombre.
Más que de palabras, nuestro mundo está necesitado de profetas, no de calamidades, sino de esperanza. Profetas que, como Jeremías, hagan suya esa Palabra y les convierta en testigos, no solo en maestros. De testigos como Jesús:
El Testigo Fiel y Verdadero (Ap 3, 14),
en quienes HOY se pueda ver cumplida la Palabra (Escritura) que se nos dirige y que hemos oído. Una palabra que, encarnada, se hace comprensible y concreta para el hombre de hoy y de todos los tiempos. Una palabra que, como dice san Juan, pueda ser contada porque ha podido ser vista, tocada y palpada. Una Palabra que es REAL, porque Dios es REAL.
Cumplamos hoy una historia de amor, la historia del amor de Dios por el hombre.
Joan Palero
Homilía del Papa Francisco en el Envío y Clausura de la
JMJ Panamá 2019
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