Domingo, 17 de febrero 2019  +  6º Tiempo Ordinario (C)

Leer las lecturas de este domingo me lleva a pensar en la importancia vital de la confianza, tanto en la vida y el bienestar personal del hombre y la mujer, como en la vida y buena salud de todas sus relaciones.
La confianza es la base fundamental de la vida y de toda relación. Sin ella es imposible crecer y avanzar.

¿Qué sería de una amistad, un noviazgo, una familia, una empresa, (...) sin la confianza?

  Dios nos ha creado para que vivamos con Él una relación de amor, basada en la mutua confianza. Al crearnos por amor, ha sido el primero en amarnos, y en consecuencia, el primero en confiar y confiarnos las obras de sus manos. El amor engendra confianza, la confianza se basa en el amor, y con ellos todo vive y vivifica, crece y se multiplica, embelleciendo el entorno. 

"No hay temor en el amor, 
el amor perfecto expulsa el temor" 
1 Juan 4, 18

  Me gusta el lenguaje comparativo y simbólico de Jeremías en la  1ª lectura de este domingo, donde compara el paisaje y la vegetación en base a la confianza o la desconfianza del hombre con Dios. Una lectura que me hace recordar la primera de ayer sábado: Génesis 3, 9-24, donde la común unión, comunión de amor y confianza de Dios con el hombre y del hombre con Dios, hacía que aquel lugar de existencia fuera un Jardín, donde todo, además de estar vivo, era bueno, y bueno en gran manera. Donde todo crecía y se multiplicaba, donde nada moría, a causa del amor y la confianza vivificante y mutua de Dios y del hombre.


  Pero pronto, la tentación  de un conocimiento descentrado y desmedido, centrado en sí mismo, quiso ir haciéndose sitio en el hombre, en quién por encima de todo debía reinar la confianza en su Creador. Dando origen así a la desconfianza, la cual acabó como acaba siempre, en desobediencia, en tragedia, en huida de Dios y en muerte.  El amor así mismo, de Adán, y la confianza en sus propias fuerzas, hirió de muerte al amor-confianza, a la alianza, a ese romance del hombre con Dios y de Dios con el hombre. Y como consecuencia, más que como castigo: murieron al separarse del que es la Vida, enfermando y matando su entorno, todo lo que Dios les había confiado al ponerlo en sus manos.
...maldito el suelo por tu culpa:
comerás de él con fatiga mientras vivas;
brotará para ti cardos y espinas... 
  Aún así, el Dios inmutable, cuya esencia y ánimos son inalterables, no ha cambiado, sigue siendo Amor. Sigue como antaño, en busca del hombre, preguntando: 
¿Dónde estás? (Gén 3, 9)
Hoy, como entonces, cada reacción y cada respuesta sigue siendo personal. 
Pero Dios seguirá amando y confiando en la humanidad. Empeñado en darnos vida, y vida en abundancia, invitando a la confianza en Él. En querer replantar nuestros ambientes áridos y secos, desérticos y salobres, inhóspitos, queriendolos convertir en Jardines de confianza en su Presencia, donde seamos como árboles que crecen confiados junto a la corriente de Sus aguas vivas, en las que vivir y echar raíces. Árboles de hojas verdes y frutos perennes, "no árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados." (Judas 1, 12)
El amor y confianza que Dios nos tiene le ha llevado hasta la misma muerte, para poder rescatar a los que estábamos bajo su dominio. De ahí que la fe da sentido y propósito a la muerte, y más allá de ella. 
No quiero ser digno de lástima, Señor.
Que en tu búsqueda por mí, tu Voz  no sea lo que fue para Adán: un ruido que me asuste y me haga esconder, sino una melodía de amor que me lleve a decirte "un heme aquí" confiado en tu amor, que me vivifique, y a la vez re avive y embellezca mi entorno. Tú eres mi Dios y todas mis cosas.
Joan Palero

...que son ricos en Dios
  

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