Domingo, 10 de marzo-2019
Lecturas: Deut.26, 4-10; Salmo 90; Ro.10, 8-13.
Evangelio: Lc 4, 1-13
(Puedes leerlas en este enlace) 

Qué buena la invitación de la primera lectura de este domingo. Una invitación a detenerse en el camino, a dejar de lado las prisas y las rutinas, todo eso que tantas veces nos impide pensar con calma y en silencio, en profundidad sobre nuestra identidad. Sobre todo, ante el Altar, delante de Dios:

Moisés ha descubierto la suya, sabe que no es hijo de la hija del faraón, sino de una hebrea: Jocabed. Su verdadera identidad le ha mostrado la realidad de "quién es y de dónde viene", y esto le ha marcado el camino hacia "dónde encaminarse".

"Por la fe, =Moisés, ya adulto,= rehusó ser llamado hijo de una hija de Faraón, prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar el efímero goce del pecado,..."
Hebreos 11, 23-40

Conocerse a sí mismo le llevará, un poco de tiempo después, al encuentro con Dios. A través del desierto llegará hasta Horeb (Monte de Dios), allí tendrá una visión, un encuentro con el Eterno, en el fuego de la zarza que arde sin consumirse. Allí descubrirá el verdadero sentido de su vida, y aceptará el propósito de su existencia.

Papa Francisco - Evangelii Gaudium I-7
Su misión y liderazgo, más allá de transmitir al pueblo los ritos y las Leyes que Dios le dictará, consistirá en llevarles (a través del mismo desierto que en la huida de sí mismo ya ha experimentado), al encuentro con Dios y al re-descubrimiento de sí mismos.
Toda su misión se desarrollará desde la experiencia de Dios, más que de las técnicas y sabidurías humanas estudiadas y aprendidas en Egipto. Una experiencia de Dios que sabrá muy bien compartir con el pueblo, exhortándoles  a recordar y repetir con sus labios: Quienes son, de dónde vienen y hacia dónde van:


"El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias 
y las pondrá ante el altar del Señor, TU Dios. 
ENTONCES TÚ DIRÁS ANTE EL SEÑOR :
Mi padre fue un arameo errante...
Los egipcios nos maltrataron y oprimieron, 
y nos impusieron una dura esclavitud...
EL SEÑOR NOS SACÓ DE EGIPTO..."
Dt 26, 4-10


Hoy se habla mucho de crisis, a veces olvidando o sin parar a pensar, que una de las peores es la crisis de identidad, tanto personal como colectiva. Mucha gente pasa por la vida arrastrada y seducida por muchas cosas, por pasiones, deseos, sentimientos,... sufriendo el dolor y la esclavitud de los síntomas de una falta de verdadera identidad:
"Ansiedad, desorientación, sentimiento de vacío, despersonalización, ... "
Gente, hasta colectivos enteros que andan vagando desorientados, que viven y mueren con eso y de eso. Identificados con las cosas, con sus sentimientos, sus creencias, ... pero sin verdadera identidad. Vacíos de sí y de Dios, sin propósito en la vida,  por no  detenerse a pensar y preguntarse: ¿Quién, qué soy? ...Por este camino... ¿Hacia dónde voy?
Los carnets nos identifican como ciudadanos o como miembros de un club, pero no nos definen. La identidad personal es lo que define a la persona. La forma de ser, de pensar, de sentir, es lo que determina el modo de actuar y conducirse. Con el actuar mostramos la realidad de quienes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, qué queremos ser y a dónde queremos llegar.

Si algo tenía claro Moisés era que  sabía quién era,  y algo muy importante, quién era y cómo se llamaba Dios: "YO SOY EL QUE SOY". (Éxodo 3, 14)

En el evangelio que este domingo nos ocupa: Lc 4, 1-13, se desprende también, que si algo tenía claro Jesús era saber Quién ERA: El Hijo de Dios, para qué estaba en el mundo: para SALVAR, y a dónde iba.

Una identidad Humana asumida, y que a pesar de su condición divina, tuvo que mantener con muchas luchas contra la tentación y la posible duda de no ser el que realmente era. No hay fuerza mayor, ni más poderosa que la identidad personal del hombre con Dios. Ella es la diana donde el adversario bombardea, donde constantemente tira los dardos de sus artimañas. Dardos incluso de santos pretextos para que seducidos por el resplandor de lo que no somos, dejemos de ser y hacer la realidad de lo que somos.

Padre:
Líbrame del peligro de buscar saciarme a mí mismo,
de la ambición y del protagonismo.
Libra mi vida de ser un guiñol o un circo.
Joan Palero





"Si eres hijo de Dios, 
dile a esta piedra que se convierta en pan."
"Te daré el poder y la gloria ... si te arrodillas delante de mí"
"Si eres hijo de Dios, tírate ...


El que cree de corazón, lo confiesa con la vida.
"Por la fe del corazón llegamos a la justificación,
y por la profesión de los labios, a la salvación"

"La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios"
Romanos 8,19.

IDENTIFICADOS EN ÉL
Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte,
a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros vivamos una vida nueva.
Romanos 6, 4

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