"Dios es trinidad, es comunión de amor, y la familia es,... una expresión que refleja el misterio insondable del amor de Dios." (Benedicto XVI)


    El Dios Familia es el Creador de la familia, y esta a su vez, expresión y reflejo de Dios.  Cuando Dios ha visto estropeado su plan para con el hombre, ha intervenido con su amor a su favor, y por su misericordia ha querido dar a la humanidad nuevos comienzos, operando a través de la familia: 
A través de Noé y su familia preservó a la humanidad de la extinción. En Abraham (padre de la fe) y su familia, Dios quiso bendecir  a todas las familias de la tierra. Y por medio de la Sagrada Familia, Dios mismo ha querido venir a nuestro encuentro para darnos Vida, y  vida en abundancia. 
La fe se nos regala a cada uno, es personal, pero es un don que nos convierte y hace comunidad, familia. Dios no nos salva solos, nos salva en racimo, salva a la Iglesia "Familia de Dios". ¡Ay del solo!, de aquél que cree no necesitar de nadie. (Eclesiastés 4, 9-12) 
Dios necesitó a María, y ésta necesitó a José. José amaba a María, al tiempo que soñaba con el Mesías de Israel, el Salvador del mundo. José necesitaba el obrar de Dios, y vió su necesidad de María. 
El mundo necesita de Dios, y Dios nos necesita a cada uno como personas, como familia, como familias dentro de la gran Familia de Dios.  

Jesús es el nexo de unión que une a María y José. María, como parra fecunda en medio de la casa y el corazón de José, da a luz al que es como "renuevo de olivo" esperanza y dicha para el mundo: JESÚS. 
"Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Será dichoso y le irá bien" Sal 127

No necesitamos que las cosas nos vayan mejor, lo que necesitamos es que nos vayan bien. Con la Sagrada Familia, Dios nos ha dado todo su bien, y con su bien un nuevo comienzo. Lo que necesitamos es comenzar a vivirlo, tal vez retomarlo, tal vez reencontrarlo. Para ello... 

Necesitamos desnudarnos de ese individualismo que muchas veces nos embarga, ese que ofrece mucho pero que en realidad nos lo quita todo, y vestirnos de Jesús: de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, de paciencia, para así aprender a sobrellevarnos mutuamente, unos a otros.

Necesitamos desaprender para aprender, dejándonos amar por Dios y por el otro, para reaprender a amar a Dios y a los demás, no con nuestro amor, sino con el que Dios nos ama. Amor que nos lleve a perdonar como fuimos y necesitamos ser perdonados cada día. 

Necesitamos: No una paz negociada, sino esa profunda y sin límites que solo Cristo sabe y puede darnos, esa que sobrepasa nuestros entendimientos y prejuicios, y confiadamente dejarla reinar  en nuestros corazones. 

Necesitamos dejar de pensar que todo se nos debe, que somos merecedores de todo; dejar el victimismo y empezar por ser cada vez más agradecidos a Dios y los demás. 

Necesitamos hablar menos y escuchar más a Jesús, para que sea su Palabra, no las nuestras, lo que habite en nosotros en toda su riqueza y nos permita llevar con nosotros a Jesús y compartirlo con los demás, sabiendo escucharles.
Necesitamos cantar más y refunfuñar menos, aprender a dar gracias pero de corazón, no por cumplido.
Necesitamos dejar de juzgar y señalar lugares específicos para los demás, y tratar de ponernos más en el lugar de los otros, como Jesús, quien por su amor, y el amor aprendido en su familia, supo ponerse en nuestros lugares. 
Necesitamos, además de ser y hacer, tener alma y poner el alma en todo lo que hagamos, para ser motivo de ánimo y no de exasperación.

(Colosenses 3, 12-21) (Clic en el enlace para leer las lecturas)

A veces, nuestras crisis y angustias no son más que 
haber perdido de vista a Jesús, y lo que
necesitamos como familias sagradas que somos para Dios, 
es buscarle y reencontrarnos con Él, 
llevarlo de nuevo al hogar, a la familia, 
porque ...

Las familias  son la esperanza de la Iglesia

y del mundo

 (Papa Francisco - Irlanda - Fiesta de las Familias, 25/08/2018)
Joan Palero 







   Si el pasado domingo: "Gaudete", era una  invitación a  alegría en el Señor, este domingo nos convoca a seguir alegres en una escucha atenta, con fe en la Palabra. A ver en ella  que Dios ha querido y quiere alegrar vidas, no solo las nuestras,  sino también la vida de los demás. Se nos convida a la comunión, a alegrarnos juntos, a compartir tareas, esfuerzos, ... siendo así motivo de alegría para los demás.  A levantarnos sin demora, como María, a ponerse en camino, a llegar al encuentro del otro. A ser dóciles a la Palabra escuchada, tratando de hacerlo todo un poco más fácil en un mundo tan difícil. 

A veces, las circunstancias pueden parecer contrarias, haciéndonos creer que el encuentro y las buenas relaciones  entre las personas están fuera de nuestro control, lejos de nuestro alcance, que son imposibles; y nada más lejos de la realidad, porque para esa realidad es para lo que somos llamados.

"Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ..., ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien." (Evangelii Gaudium)

 María no espera razones para salir e ir al encuentro de Isabel, como tampoco el Sol espera a que se le suplique cada día a salir para derramar su luz y su calor. María, como el Sol, se apresura y sale al encuentro del otro, porque su razón es Dios.

Nadie ha dicho que las cosas vayan a resultar fáciles, pero tampoco que vayan a ser tan difíciles que se tornen imposibles, porque para el que escucha y cree, como María: "todo es posible y se vuelve mucho más fácil". No se trata de nuestra obra, sino de la de Dios en nosotros, y Fiel es el que nos llama. 

El camino se presenta y parece largo, abrupto, penoso, hasta con una gran montaña de impedimentos por en medio. Pero María, embarazada del Espíritu, con Jesús en su seno, llena de Gracia y alegría, con la bondad, humildad y paciencia como equipaje, emprende ese camino y sube la montaña, atravesando todos los obstáculos para ir al encuentro con el otro (Isabel), demostrando que paso a paso, y poco a poco, todo es posible cuando uno deja de mirarse a sí mismo y ve a Dios obrando o queriendo obrar también en el otro. 

"Puedo decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse." (EG)

María escucha a Dios, no se escucha así misma, y por eso su escucha es fecunda. No sólo cree, sino que ve a Dios, ve que está ahí, dirigiendo la historia, su historia, y las historias de las personas; queriendo derramar y derramando también en los demás el mismo Espíritu de gracia y alegría que ha derramado en ella. Su fe le hace sentir el fruto de Dios en su vientre, y es llevada a que también Cristo sea formado en nosotros. 


                                    
Será bueno sentir nuestras pequeñeces y bajezas, nuestras imposibilidades, dificultades o contrasentidos, pero mejor es creer y ver las grandes cosas que Dios puede hacer en nosotros, si estamos en sus manos y nos ponemos en camino. 

"porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre " (Lc 1, 49)

Dios escogió a David, el más joven y débil en apariencia, con la misión de que fuera rey de Israel. Escogió a Belén, la más pequeña de los clanes de Judá, para sacar de ella al que es Señor de cielos y tierra. 
Escogió hacerse niño, naciendo del seno de la virgen María, quien no tenía más alto concepto de sí que el que debía tener. 
Escogió nacer en Belén: "Casa del Pan", la más pequeña de los clanes de Judá, escogiendo hacerse Pan y así dar vida al mundo.
Escogió a las estériles, para hacerlas fértiles y fecundas, (Efrata: Campo fecundo) Y sigue escogiendo a lo más necios, para confundir a los sabios. A los débiles, para confundir los fuertes. A lo que no es, para reducir a nada lo que es. A nosotros, a no ser que nos creamos pequeños, pero sin Dios, o ya muy grandes pero por nosotros mismos.

  En la "Espera", María cree y camina para servir y compartir su alegría. 
También la santa andariega, Teresa, nos sigue recordando que: Es hora de caminar.
 (Joan Palero)


La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar ... 

El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares. 

La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad. 
(EG)




Sal 79,2ac.3c.15-16.18-19





 








Ante las distintas situaciones que nos pone la vida, podemos sentir que la tristeza y la alegría van por caminos separados, sin embargo mantienen una estrecha relación, son inseparables, tanto que es una la que da sentido a la otra.
Por instinto, tendemos a querer evitar las tristezas, a buscar solo alegrías, olvidando  que el valor de la alegría reside en la profundidad de la tristeza. En la alegría está oculta nuestra tristeza y en la tristeza la alegría, dándose sentido y valor entre sí.


Jesús ha venido a traernos su alegría, desenmascarando nuestras tristezas. Su alegría es para los tristes, pero no para todo tipo de personas tristes, sino para los tristes según Dios (2 Cor 7, 10), aquellos que hoy se preguntan, cómo preguntaba la gente a Juan el bautista en aquellos días: 



No busquemos respuestas, más bien dejémonos encontrar por Jesús, la Verdad que nos hace libres, también libres de nuestras  tristezas,  porque "El Señor ha revocado nuestra sentencia. Sof 3,14-18a

" La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. " 
(Evangelii Gaudium 1)
No seamos fabricantes de tristezas.

Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca 

todo el mundo. 
Fil 4, 4-7



"El mundo necesita de familias que testimonien la belleza y la alegría del amor".  (Papa Francisco - Pompeya,18 de septiembre 2018- Peregrinación Nacional de las Familias)
Joan Palero
        


"EN el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio,..." Lucas 3, 1-6
    

   Con la aparición de Juan, la esperanza de siglos de Israel empieza a concretarse en la historia del hombre. "Todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron." (Mt 11, 13) Pero Juan no es un profeta más, es más que un profeta, (dirá Jesús de él). Las promesas de Dios han tomado forma y cuerpo en Jesús, son una realidad ya en medio del pueblo. Ha llegado el cumplimiento del tiempo, Dios ha enviado a su Hijo al mundo, nacido de mujer y bajo la Ley, y Juan será el que irá delante de Él a preparar el camino del encuentro de Dios con la humanidad.  



Juan no vive de glorias pasadas, vive el momento, el cronos de Dios, y en medio del desierto espiritual de su tiempo se deja sorprender por la novedad de Dios, siendo con Dios sorpresa para muchos. 
Es un hombre íntegro y recto que sabe llamar a las cosas por su nombre, al adulterio le llama adulterio, al pecado, pecado. Y como profeta, no vacila en denunciar lo que está mal, lo haga quien lo haga; pero su misión no consiste en decisiones éticas o grandes ideas, sino en anunciar y señalar al Mesías Salvador, llevando a sus contemporáneos al "ENCUENTRO" con un acontecimiento, con una Persona. Un encuentro con Aquél que es la Verdad, y en quien la verdad y la misericordia se encuentran y se besan. 
"No somos testigos de una ideología" o "de una manera de hacer teología" sino testigos del amor sanador y misericordioso de Jesús. (Francisco, Papa)



   La Palabra ha venido sobre él, una palabra que sabe que no es suya, de la que él solo es voz. Y Juan sabe ser voz en medio del eco religioso del momento. Sabe lo que dice, y sabe decirlo, porque lo dice con su vida, la mejor manera "Para que toda carne pueda ver la salvación de Dios".



Despojado de sí, viste pelo de camello, animal duro y resistente a la durezas del desierto.  

Desvestido de toda aflicción humana, con alegría y libertad viste las galas perpetuas de la gloria que Dios le ha concedido, y envuelto en el manto de la justicia de Dios, sabrá manifestar la gloria del Eterno, y ese y no otro, será su esplendor.




No le importará menguar para que Jesús crezca; no es un líder o maestro con apego a las cosas y a las personas, vive desprendido de todo, sin buscar protagonismos, reconocimientos, honores o aplausos. Desprendido de todo, pobre entre los pobres, vacío de sí es lleno de la alegría de presentar a Jesús en su mundo. Sabe que la alegría no está en las cosas, sino en nosotros, y que Jesús está ya entre ellos. Jesús-Emanuel "Dios con nosotros". 



Juan no es autorreferencial, se reconoce como indigno aún de desatar las sandalias del Mesías. Comprende el significado de las palabras de Isaías: "los montes y colinas serán rebajados;" y las hace suyas. Sabe que lo que viene no puede crecer por técnicas proselitistas, sino solo por atracción. La Palabra ha venido sobre él, y el Espíritu le confirma que Jesús es el más hermoso, atractivo, de los hijos de los hombres, el deseado de las naciones, por lo que les señalará a Jesús para ser seducidos y atraídos por Dios. 

Mientras que Israel espera afligido al Mesías, Juan, en pie mira hacia arriba y contempla, se viste de fiesta, la fiesta de ver cómo Dios conduce a su pueblo con alegría, a la luz de su gloria, con su justicia y misericordia.

Despojado del luto y la aflicción, será víctima, sin sufrir de victimización. La alegría de ser voz de Dios y precursor de su salvación, está confirmada: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; Mt.11,5 
El Señor ha estado grande con él, aún en la cárcel... Juan está alegre.


Juan no está loco, no ha perdido el juicio, solo ha perdido y perderá su cabeza por Cristo.

Señor, que yo no tema parecer ni ser un loco de tu amor.  Enséñame a saber contar hoy, con palabras y vida, tu grandeza de ayer y hoy para conmigo, a estar alegre y entender que solo andando es como se prepara el camino a los demás.

Pidamos saber ser voz en el presente, no solo eco del pasado. 

Domingo, 3 de noviembre de 2019    31º del Tiempo Ordinario - Ciclo C Más que un método de lectura de la Biblia, ... Es Encuentro con...